lunes, 12 de enero de 2009

El derecho a la vivienda digna

Fantasía trágica inspirada en la nota de Crítica:

1) Me meto a vivir en un conventillo que se viene abajo en capital, que es un buen lugar para zafar. Como no hay obligación de tener una vivienda digna (solo hay derecho de tenerla), nadie me dice nada y vivo en constante peligro de derrumbe. Pero soy grande y libre, y me hago cargo de lo que me pase.

2) Tengo hijos a rolete. Los pibes viven en el mismo conventillo conmigo, con el peligro de morir en cualquier momento por algún accidente. Como los niños no tienen la obligación de tener una vivienda digna, ni los padres tienen obligación de dársela (solo tienen derecho a tenerla), que vivan nomás en el conventillo que se cae a pedazos.

3) Si la policía viene a desalojarme, llamo a una ONG de DDHH que me proteje porque tengo derecho a tener una vivienda (lo de digna es secundario, o menos digno es quedarse en la calle).

4) Los pibes traen todos los días moneditas que recolectan mendigando o laburando en el subte. Nadie tiene la obligación de evitar que los pibes laburen, o la obligación de mandarlos a la escuela. Los pibes solamente tienen el derecho. Así que nadie les dice nada, y encima les dan buenas moneditas que me sirven para comer un asadito cada tanto.

5) Se incendia el conventillo. Salgo corriendo, obviamente. Tengo derecho a preservar mi vida. La obligación de salvar a los pibes la deben tener los bomberos. Los pibes solamente tienen el derecho de preservar sus vidas. ¿Cómo no salieron corriendo?

6) Todo es culpa de Papá Gobierno. Ahora entiendo que él sí tenía obligaciones. Qué turros, cómo no nos desalojaron antes de que pase semejante tragedia. Soy una víctima, y tengo derechos como tal, y ninguna responsabilidad. Quiero venganza para aliviar mi propia desidia. Que paguen los otros.

2 comentarios:

  1. Bueno, de acuerdo casi hasta el final. Las dos últimas oraciones del punto 6 me parecen un poco excesivas. Por empezar, porque estás generalizando tremendamente a toda la gente en esa situación. Nadie sabe si los mandaban a recoger monedas o a la escuela, por más prejuicios que uno tenga. Por otra parte, porque el hecho de que eventualmente podamos ligar a los padres con todos los hechos que enumeraás, no creo que no sientan sincero dolor por perder ¡¡SEIS!! hijos. Probablemente reclamen y le echen la culpa al gobierno, pero no del modo que indican tus dos últimas oraciones. Para serte franca, me hizo sentir mucho dolor leerlas.

    Saludos

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  2. Tenés razón, gracias por señalármelo. No era la idea insinuar que un padre que pierde a sus hijos no siente sincero dolor, sino señalar la victimización con que se lo estigmatiza en nuestra hipócrita sociedad actual. Los últimas líneas han sido corregidas.

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